La semana pasada andaba finiquitando el libro 'Don de gentes' de Elvia Lindo y me encontré con este artículo de la autora publicado en 'El País' el 21 de enero de 2007: 'Cada oveja con su pareja'. Hace siete años de la película 'Maricón de montaña' -sí, conocida por todos como 'Brokeback Mountain'- y de todos esos tabúes en la América profunda (y podemos decir que en el barrio de cualquier hijo de vecino en cualquier rincón del mundo) que se explicitaron gracias a una pantalla gigante.
Si hoy lo recupero, es precisamente porque siete años después seguimos con todos esos prejuicios y una violencia homofóbica que se dispara en ciudades que se presumen tan cool como Madrid.
Según los estudios científicos, hablamos del 8% de la población mundial -y el 8% del reino animal (al menos ovejil)- pero santo capullo aquel que se atreve a jugar a Dios tocando el hipotálamo para modificar cualquier cosa.
Y es que la vergüenza no es ser gay. La vergüenza es que alguien se atreva a hacer estos experimentos y se tolere.
¡Da auténtico miedo!